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Este libro de Clemen Esteban Lorenzo, Mordiendo Carne, es por carnal que se presente, esencialmente un himno de erotismo y amor. Profundamente de amor. Y lo abre con un epígrafe de Jacinto Benavente: De amor no preguntes a los cuerdos; los cuerdos / aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.

Clemen evita lo que tantos poetas arriesgan al querer darse aires de “libres y hodiernos” y al abusar sin criterio, de la palabra cruda, de la palabra mal sonante a martillo; y la evita con altísima expresión literaria. Es elegante fundiendo las imágenes: Te acercas sabiendo cómo fecundar el almíbar de mis labios que se quieren llenar de los tuyos. O este otro pasaje: No existía el tiempo, solo vivimos para la lujuria del momento.
Tiene poemas profundos, llenos de felicidad y seducción:

Eres los días mordidos
que braman la carne.
El hilo que todo lo sutura.

El resorte de lo deseable.

La lumbre donde me sumerjo.

La mirada que se asoma inquieta
a la mañana donde todo quema.

El tiempo empapado
de tu piel.

El vientre que me invita
al perfume del tuyo.

Prólogo
Fernando Cabrita
Escritor y Abogado